Inyectarse con romance. La terapeuta especializada en dependencias afectivas, Patricia Faur, apunta que, por una cuestión cultural, la adicción al amor o codependencia ataca con mayor capacidad de daño a los corazones femeninos. Lo explica: “mientras que para los hombres el éxito económico y laboral es clave para el desarrollo de una buena autoestima, las mujeres, por más modernas e independientes que sean, ven dañada la imagen que tienen de sí mismas si no logran una buena relación de pareja”. Faur es una pionera en el campo de las dependencias afectivas en Argentinas y acaba de publicar el primer libro teórico sobre la temática, Amores que Matan.

Esto no quiere decir que los hombres no sufran de esta adicción sin sustancia, como la llama Faur –de hecho, también hay libros para ellos–, pero el síndrome es claramente minoritario entre los varones.

Claro que vincular la adicción con el amor puede llevarnos a equívocos. ¿De qué hablamos, entonces, cuando nos referimos a que, en las relaciones amorosas, pueden esconderse destructivas adicciones de comportamiento? “Las dependencias afectivas como mecanismo adictivo recién comienzan a ser tenidas en cuenta ahora, con mayor claridad, en el mundo científico”, afirma Faur, formada en el área de Neurociencias de la Universidad Favaloro.