Lic. Patricia Faur


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Patricia Faur by patriciafaur.com.ar

MANIPULACIÓN

Presentación del libro " Manipulación " - Ediciones B - Diciembre 2015

 

Hay muchas maneras de que te quiten tu libertad. Algunas son evidentes y otras  muy sutiles. Tan sutiles que nadie podría ser acusado de ladrón.
Los manipuladores van a la pesca de gente vital, son vampiros de sangre fresca. Y quieren todo lo que puedas ofrecer: contactos, dinero, admiración, talento, sexo, inteligencia. Pero lo más importante es que entregues todo sin darte cuenta de que se lo diste.
Veamos lo que le pasó a Mariana. Ella era joven, talentosa, radiante. Y además, bellísima. Derrochaba vida.  Se la veía  con ganas de hacer, de aprender , de amar ,de ayudar. No solía pasar inadvertida. Siempre tenía una sonrisa y te miraba profundamente a los ojos al hablar. El mundo era su espacio y lo disfrutaba. Trabajaba con responsabilidad y compromiso. Todos querían estar cerca porque su energía era contagiosa.
Sin embargo, en el fondo de su alma se adivinaba un vacío que ella llenaba a fuerza de voluntad y esfuerzo.  Responsable en exceso, sensible y primera en la lista para sentirse culpable, parecía pagar un peaje por disfrutar  de la vida. Su vida no había sido fácil , pero  ella lograba sacar algo bueno de cada dolor. Sólo que a veces se cansaba de tanta dosis de realidad y necesitaba de la ilusión y de la magia. Era intensa, quizás demasiado.
Y ese fue el lugar exacto de su vulnerabilidad.  Quería magia y la encontró. Quería ilusión y la compró. La realidad ya le estaba pesando demasiado y las personas que se le cruzaban eran tan reales como las tostadas y el café de la mañana.
Ella quería encontrar un amor que llenara lo que no se puede llenar. Un amor distinto, de novela.



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Se enamoró. Y mucho. Y se enamoró de un encantador de serpientes, un ilusionista que lograba hipnotizarla, hacerla actuar a su voluntad. Ella creía con la fe de los feligreses, con la entrega de los devotos. En ningún momento cuestionaba la palabra del hechicero que le estaba devorando el alma.
Le entregó su voluntad, su frescura, su identidad, sus valores, su libertad. Pensó –si es que se puede pensar bajo los efectos de la hipnosis- que con todo eso sería suficiente para que él la amara y se quedara a su lado. Pero no. El hechicero quería más: no quería sólo que ella le entregara todo. Quería que ella nunca más volviera a tenerlo. Y algo más: quería hechizarla para que ella siempre creyera que dio lo que dio por propia voluntad. Y algo más: quería envolverla con su magia para que ni siquiera recordara que todos esos atributos le pertenecieron a ella.  Quería que  estuviera convencida de que no ofreció nada y de que-en cambio- el manipulador era quien le había dado todo.
Cuando llegó a mi consultorio Mariana ya no era fresca ni radiante ni vital. Era una sombra. Sus ojos no tenían brillo y su voz monocorde no lograba encontrar las palabras adecuadas para contar su dolor. Se había marchitado . Y como ya no tenía nada para dar el manipulador volaba a una flor nueva dispuesta a ofrecer su perfume.
En todos estos años, al hablar de  manipulación , me encontré con la mirada de colegas que me decían: bueno, Patricia, nadie es tan inocente, nadie es víctima, algún beneficio o provecho deben sacar de esa situación…..todas las personas son un poco responsables.
Sí, es verdad, algún grado de responsabilidad existe , pero…por qué sufren tanto? ¿se quedan porque quieren, sólo para jugar su papel de víctimas?
Hoy puedo decir con total convicción que en la verdadera manipulación se juegan dos variables: un terreno fértil y vulnerable de alguien ávido de emociones intensas, alguien que necesita creer, un “adicto a la ilusión” . Y por el otro lado un manipulador consumado que es un experto en el arte de vender ilusiones. A buen precio y de buena calidad. Y no podés dejar de comprarle. Porque la verdad es que no lo ves venir. Te sorprende, te asalta, se te mete en el alma que estaba distraída por un rato, en el corazón que estaba flojito de inmunidad.   
El manipulador narcisista o perverso, el verdadero manipulador te subyuga, te entrampa. Es un seductor peligroso y aquí el masculino sólo es genérico. Pueden ser mujeres u hombres. Jóvenes o viejos. Lo que tienen en común es que nada los detiene con tal de lograr su objetivo. Pueden mentir, estafar, prometer , jurar, aparecer y desparecer. Se ponen la máscara que más convenga para lograr lo que necesitan: son buenos, pobrecitos, brillantes, simpáticos, narcisistas, seductores o voraces de acuerdo a lo que la ocasión requiera.
Y es tan lindo vivir de ilusiones que no querés que nadie te pinche el globo. Y te alejás de todos los carteles de advertencia . Querés vivir en Disney y te preguntás qué tiene de malo.
Y la desilusión es proporcional a la ilusión. Si pusiste tu vida en manos de otro cuando se va te quedás vacía.
Mariana me pregunta si alguna vez volverá a sentirse como antes. Y yo le digo que afortunadamente no. Que ahora va a estar más atenta, que sabe que Disney está en Orlando y que Sherezade y Onur se casaron en Estambul y van a terapia de pareja.
No quiere decir que no tengamos que ilusionarnos. Pero tenemos que tener un ojo entreabierto para no olvidarnos que este es el mundo en que vivimos, tan real como la carcajada de un niño o de una bomba en un mercado, tan solidario como los Médicos sin Fronteras, tan hostil como los que no tienen patria donde vivir.
Y el amor es así. Tan real como las tostadas de la mañana y tan mágico como cuando nos miramos en silencio y nuestros ojos conversan.
La ilusión ciega convoca hechiceros y los hechiceros pueden hacer que entregues lo más preciado que tenés: tu libertad. Y sabés qué es la libertad? No es hacer lo que querés porque no vivís solo en este mundo. Libertad es poder decidir ser quien sos. Y bancarte las consecuencias. Feliz de no transgredir tus propios ideales. Porque como decía Benedetti “uno no siempre hace lo que quiere , pero puede decidir no hacer lo que no quiere”.
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